Exclusivo: Guyot, Iturri y Toth nos cuentan todo acerca de uno de los regresos más importantes de los últimos tiempos.
Para rastrear el legado de los G.I.T. tendríamos que tomar la posta de los ochenta, una década que surcaron de manera gallarda. Cada uno por su lado o juntos, Pablo Guyot, Willy Iturri y Alfredo Toth dejaron estampada su firma en obras del tamaño de Metegol (1980) y Televisión (1981) ambas de Raul Porchetto, Yendo De La Cama Al Living (1982), Clics Modernos (1983) y Piano Bar (1984) apoyando a Charly García, y Huevos (1983) de Miguel Mateos/Zas. Sin embargo, sus páginas en el libro de oro del rock argentino se las ganaron con tres volúmenes discográficos que llevaban las siglas de sus apellidos, cargando con clásicos y melodías inmortales.
Córdoba, febrero del 2010, Festival Cosquín Rock: las sierras cordobesas se paralizan ante tres tipos que invaden el escenario por sorpresa, desplegando pergaminos y rubricando uno de los regresos más importantes de las últimas temporadas. Buenos Aires, septiembre de idéntico año: el mismo trípode de hombres maduros está agazapado en una sala de ensayo para confirmar que no había sido sólo una nube de verano aquello de Cosquín… Sí, es una realidad: vuelve G.I.T.
Entre esas cuatro paredes, Guyot, Iturri y Toth se sientan alrededor de un grabador, el cual documenta cada palabra, reflexión, sinceramiento, entusiasmo y cavilación. El corazón está puesto en este viernes 10 de septiembre, cuando en el Luna Park el trío pasará la lupa por cada rincón de su obra y volverá a latir en la arena popular. A manera de bonus track, también presentará dos canciones nuevas (“Tu nombre” y “Puertas”), además de contar con la visita de un viejo amigo, siempre ilustre… Shhh! No digas más.
¿Algún entretelón para contar acerca del operativo regreso?
Guyot: Casi todos los años nos hacían ofertas para juntarnos a tocar. Muchas veces, estábamos laburando en nuestros proyectos y nunca podíamos coordinar una reunión. Finalmente, en septiembre del año pasado, nos pusimos de acuerdo en parar todo lo que teníamos que hacer, de hecho rechazamos algunos laburos, y decidimos tomarnos un año sabático para tocar de nuevo juntos.
¿Cuál fue la sensación que los invadió cuando volvieron a tocar juntos aquellas canciones clásicas?
Toth: La primera sensación fue: “¡Uy que buenos volver a tocar estos temas”. Obviamente, necesitamos un tiempo para acoplarnos, sacar los temas y relacionarnos nuevamente.
Iturri: Sí, porque, respetando lo que es la canción, le hicimos algunos arreglos y lo interpretamos de diferente manera… Pero, por ejemplo, en algún tema vamos a respetar ciertos sonidos como el sonido a tacho de la batería con el que grabamos el disco negro.
¿Y cómo se le encuentra la vuelta para que esos temas suenen renovados y, a la vez, no pierdan el toque sonoro con el que la gente los conoció?
G: Uno cambia la manera de tocar. Pasa por un montón de cosas, pero no es una decisión pensada…
T: Pasaron quince años de la última vez que tocamos juntos y uno va escuchando doscientas millones de cosas diferentes y, eso, por más que mantengas tu estilo, te influencia. Y obviamente eso decanta en cambios. El estilo que tenemos, lo seguimos manteniendo, pero alguna cosa nueva siempre surge.
I: Además, no nos dijimos: “Vamos a imitar como tocábamos antes”.
Poniéndose en el rol de productores, ¿creen que los discos de GIT envejecieron bien?
G: Y… Me parece que algunos bien y otros no tanto. Con toda la música de esa época pasa lo mismo.
T: A mí, me pasa que yo escucho algún tema de GIT que ni me acuerdo y digo: “Que bueno está esto” (risas). Los descubro recién ahora, porque, de repente, en esa época no me gustaba el tema o lo que pasaba. Ahora, con toda esa distancia que hubo en el medio, me doy cuenta de que hay cosas que están realmente muy buenas y otras no tanto. De hecho, hay un par de cosas que no tocábamos antes y que ahora sí, como, por ejemplo, “Buenas noches Beirut” o “Para Pau”. Incluso, estamos haciendo un tema como “Mujer peruana”, el cual jamás tocamos en vivo y fue un placer tocarlo en el show de Chile.
En el caso de GIT, ¿llegó a pesar la parte económica al momento de reunirse?
T: Me parece que a esta altura hay que sincerarse con eso: sí el factor económico influye pero, sinceramente, teníamos muchas ganas de tocar juntos y, si dejábamos pasar el tiempo, no tocábamos más. Este era el momento. Y, por otro lado, todo se transforma en un número. Además, me parece perfecto que así sea.
G: Igualmente, te digo que con esta vuelta no nos vamos a salvar ni nos volveremos ricos… La parte económica es para poder hacerlo y en buenas condiciones.
I: No solamente la música, viene bien todo: la plata, la publicidad, el posicionamiento… Todo es necesario.
G: Igualmente, lo más divertido de todo es que hacía quince años que no tocábamos y, ensayar, comprar guitarras y equipos nuevos, te vuelve a hacer sentir como un chico. Esa es la parte más divertida, lejos. Todo lo demás, es accesorio.
En estos años que estuvieron separados ¿no sientieron que el grupo no tuvo la misma presencia en los medios que otras bandas de la época como, por ejemplo, Soda Stereo?
I: Creo que GIT siempre siguió sonando. Y no solamente acá, en el exterior también. Afuera del país, sonamos mucho…
¿Hay pretensiones de equiparar aquel éxito que supieron edificar en los ochenta?
G: Es otro momento para el grupo. Ese éxito exagerado en Chile y todas esas cosas tan fuertes, hoy no las pretendemos. Si pasa, mucho mejor, pero no es algo que se hace con un chasquido de los dedos. Esas cosas pasan porque se juntan una serie de factores.
T: Tiene que ver con lo que está pasando con el grupo en ese momento. Pienso que, ahora, es completamente diferente. Nuestras expectativas de hoy pasan por comunicarse con gente que no nos vio nunca, por quitarnos las ganas de tocar entre nosotros. A ello, se le sumó un grupo de gente que se puso la camiseta, coincidió con nuestros deseos y salió todo esto.
¿La gran deuda que tienen es hacer un disco en vivo?
G: Bueno... Más o menos, esta reunión es para eso, para hacer los shows, grabar todo lo que hagamos y, con eso hacer un disco en vivo y, supongo, un DVD, porque lo único que hay para ver de nosotros en vivo es Viña del Mar por youtube (risas)
En 1992 tuvieron un momento de reencuentro con el disco Distorsión. ¿Creen que allí deberían haber vuelto a marcar tres y seguir adelante?
I: Sí, pero ya estábamos muy cansados...
G: Ese disco, surgió por una propuesta que nos habían hecho, la cual fue mentirosa y no salió nada de lo que nos habían prometido. Es cierto de que, si el grupo habría estado bien, podríamos haber seguido… Bueno, si el grupo habría estado bien, nos habríamos separado ninguna de las veces.
T: Porque, en realidad, nos separamos dos veces: en el ’89 y en el ’94. Y ahora no importa porque ya sabemos que vamos a parar algún día de estos.
El disco negro fue muy criticado por la prensa pero, a su vez, vendió mucho y cortó una buena cantidad de temas clásicos. ¿Cómo vivían esa dicotomía?
G: Igual que ahora: nunca nos molestó. De hecho, a la prensa no le gustaba pero no se animaba a escribir una crítica que sea mala (risas) Tenían miedo de que les pase como con el disco de Charly (García), Clics Modernos que, seis meses después, se dieron cuenta de que era el mejor disco que había hecho. Creo que, de última, las críticas no fueron tan lapidarias porque el disco era tan extraño y tan raro que, al ser original, mucha competencia no tenía. A mí no es un disco que me encante…
T: Es un disco que musicalmente no me gusta nada.
Cuándo les mencionan los ochenta, ¿qué sensación los invade?
G: Todo el mundo nos dice lo mismo… En Chile también nos remarcaban que había como una fiebre por los ochenta y yo no me doy cuenta.
I: Fue una época fuerte, se crearon muchos grupos buenos.
G: Fueron años donde trabajamos con Raúl (Porchetto) e hicimos Metegol y Televisión; después estuvimos con Charly; yo hice el disco Huevos con Zas, Willy hizo Yendo De La Cama Al Living…
T: También, fueron años de apertura. Los grupos comenzamos a salir del país y fuimos a tocar a todos los lugares de Latinoamérica como Chile, Perú.
¿Qué opinan acerca del estado actual del rock argentino?
G: Yo lo veo bien. Todo pasa por ciclos, en los cuales las bandas explotan todas o se caen juntas. Hay muchas bandas que no están en su mejor momento, pero escucho buenas canciones de Los Tipitos, de Guasones, de Andrés Ciro… Hay mil bandas, incluso uruguayas como Cuarteto de Nos, que están buenísimas; Catupecu Machu mata, el disco nuevo de Carajo también me gusta. De los grupos nuevos, escuchamos a Banda de Turistas y nos encantó, tiene un futuro terrible. Hay un recambio muy interesante en el rock argentino.
T: También, pasa que no hay lugares en donde tocar y las compañías discográficas ya no existen y no sé que buscan.
Después de esta gira, ¿plantean algún futuro para GIT?
G: Estamos divirtiéndonos tocando. Te juro que no tenemos planes más allá de diez o quince shows. Primero, porque tenemos laburo que hacer cada uno por su lado y, segundo, porque si te pasas del límite no va a ser un disfrute. Hay un punto, donde ya sabemos que no lo vamos a disfrutar. Pero no por nosotros, sino porque nos hincharía las pelotas estar peleando cada cosa. Con la edad, aguantas menos que te boludeen.