Sí, sí, es un tema recurrente, lo sé. De vez en cuando hay una noticia por ahí en la que dicen que alguien (generalmente una
joven muchacha) es
“demasiado sexy” para algo. Hasta ahora, casi todos los antecedentes eran laborales.
Funcionaria de prisiones
Jessie Lunderby
es el mejor ejemplo. La razón de su despido es que sus superiores no
querían que Jessie posará para Playboy y se convirtiera en una
“distracción”. Claro, ya sabéis… a lo mejor mientras vigila a los
detenidos se le va la cabeza y empieza a posar delante de ellos
diciendo: ¿Cuál es el
modelito que más me favorece?
Sinceramente, si la quieren despedir, que la despidan, la indemnicen, y
se acabó, pero que encima no se inventen historietas, porque no se las
cree nadie, que le dijeron que iba al Barça para triunfar, y se lo
creyó. Funcionaria de prisiones era también
Amitjo Kajla, a la que despidieron por ser
sexy, sin necesidad de que posara para nadie.
Profesora
Rachel Whitwell,
Tiffany Sepherd y
Bruna Real son de países diferentes (
Nueva
Zelanda, Estados Unidos y Portugal), pero las tres tienen en común que
perdieron sus empleos después de exponerse al gran público en
imágenes.
Rachel posó para
Penthouse y que aquello le costó el despido.
Tiffany también perdió su empleo tras unas fotos en biquini. Bruna posó para
Playboy con 27 años y tuvo que buscarse un nuevo trabajo: fue a parar a una biblioteca.
Entrenadora de animadoras
Carlie Beck empieza
la lista de profesiones un poco extrañas que tampoco son compatibles
con los posados. Ella es entrenadora de animadoras en un instituto…
bueno, era. Lo era hasta que posó para
Playboy y los
responsables del centro decidieron prescindir de los servicios de esta
joven de 20 años. El trabajo lo aceptó después de las fotos y avisó a
los jefes, que en un principio no tuvieron problema con ello. Al
parecer, son los
padres
de algunas animadoras quienes (ellos sabrán cómo se enteraron… jejeje)
pusieron el grito en el cielo. Supongo que lo que vale para ellos no
vale para sus hijas…
Militar
Michelle Manhart tenía 30 años en 2007, cuando sus jefes consideraron que una sargento de la
US Air Force (perdone, pero es que en
inglés suena muchísimo mejor) no podía posar para una revista como
Playboy, y menos con el uniforme militar (bueno, que posara sin él tampoco es que hiciera mucha
gracia a sus superiores, las cosas como son). Digamos que esas fotos “no cumplían las expectativas” de la
Air Force,
algo que la apartaba de la carrera militar. Entonces llevaba 13 años
“sirviendo al país”, estaba casada y tenía dos hijos. Todo dio igual.
Incluso que ella dijera que no había hecho “nada malo”. No la
entendieron.
Blancanieves
Samira (de ella sólo sabemos el nombre) tenía 22 años y trabajaba haciendo de Blancanieves en un
mercado
de Alemania (seguro que alguna mente calenturienta ya había desvariado
al leer “Blancanieves” como profesión). Como era modelo, decidió
rodearse de pétalos en una bañera para la edición en papel del diario
Bild. Los jefes la vieron y, de repente, decidieron que ya no era necesario tener Blancanieves… de modo que la despidieron.
Granjera de calendario
Alena Gerber, tiene 21 años, es rubia y no puede participar en un calendario porque es demasiado sexy. Resulta que Alena
fue expulsada de un calendario de granjeras durante la sesión fotográfica. La obra, si tenéis curiosidad, iba dirigida a los amantes de los animales en Suiza.
Los
motivos, según parece, son dos. El primero, que tenía demasiadas curvas
(o así al menos lo publica la prensa austriaca), el segundo, y no menos
importante, que es alemana (vamos, porque no habla el alemán como se habla en Suiza).
El veto no le ha venido del todo mal, porque le han ofrecido un papel en una serie alemana y ahora se la rifan algunos diseñadores.
PD: No incluyo en la lista a
Debrahlee Lorenzana ya que, si bien
ella quiso posar en Playboy, su despido, al igual que el de Amitjo, fue por ser
sexy y no por ese posado que nunca llegó.
Anuario Escolar
Resulta que la señorita
Sydney Spies (una frase muy de
película yanqui:
“Señorita Spies, acuda al despacho del director”
y allí que va ella a que le echen la bronca), Sydney, decía, tiene 18
años, es modelo y decidió que la foto que más “representaba su
personalidad” era una en la que llevaba un top negro y una falda
amarilla.
El problema es que para los encargados de elaborar y aprobar el anuario esa
imagen no respetaba el código de vestimenta del instituto de Durango (Colorado, Estados Unidos)
Por ello, la
protagonista de nuestra historia, apoyada por su madre Miki, ha organizado una protesta contra su instituto en la que
denuncia que están coartando su libertad de expresión. El objetivo es que le dejen poner esa foto aunque de momento no ha tenido éxito.